El mundo gira en torno a casualidades.
¡Me encantan las casualidades!
Siempre he creído en ellas, pero desde hace tiempo que me regalan demasiados momentos Memento.
Se trata de una historia que no tuvo un principio ni quiero destinarle un fin, pero dicen que las palabras se las lleva el viento y el recuerdo humano es frágil y defectuoso (o al menos el mío).
Puede vivirse de casualidades.
El año pasado me encontré tantos clips tirados en el suelo que pude hacerme un colgante tan largo tan largo que acabó tocando mis pies. Sospechar que alguien se dedicaba a dejarme pistas, que simulaban una nueva versión de la historia de Garbancito y sus migas, era descabellado; pero todavía lo era más encontrarlos allá donde fuera, en lugares recónditos donde sólo yo los veía.
Sólo yo.
Delinearon mi camino gestionando la kinestesia de mi cuerpo y mente. Parecía tratarse de tener una ruta ya hecha, predestinada. Quizás se ocupaban de hacerme ver aquello que no podía perderme; o de arrancarme una sonrisa a la vez que me agachaba a recoger uno más; o simplemente formarían parte de mi gran aventura.
Por sus espontáneas y repetidas apariciones cogí por costumbre asomar la cabeza allá donde fuera. Me convirtieron en curiosa y, por primera vez, coleccionista. “La coleccionista de clips”, así me gustaría que algunos ciertos de los que conocen la historia me recordasen.
Unos pueden reconocerse gracias a casualidades.
Quién no se ha cruzado con las mismas personas exactamente en el mismo punto de la jornada en el que cada día los caminos se cruzan.
Otros pueden llegarse a conocer a base de casualidades.
Unos pueden atraerse a raíz de casualidades. Pueden nutrirse de casualidades, retroalimentarse de casualidades, endulzarse cada día el paladar sólo con casualidades.
Unos pueden enloquecerse de casualidades.
Se puede desear salvajemente debido a las casualidades. Obsesionarse a causa de casualidades.
Enamorarse de y por las casualidades.
Pero cuando la casualidad se esfuma entonces el tiempo se ralentiza, tanto tanto que quién sabe por qué sientes seguir viviéndola y reviviéndola una y otra vez. Como si por recordarla acentuases más la posibilidad de que vuelva a pasar.
Las casualidades son maravillosas; son naturalidad, espontaneidad, transparencia. Desnudez.
Las casualidades son infravaloradas y desmentidas por todo aquel a quien preguntes. Pero quién no ha soñado de casualidades; quién no ha volado de casualidades;
quién no las añorará cuando no puedan darse.
"A."