!oy yos isA¡

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martes, 9 de noviembre de 2010

GaFaS dE cUlO dE vAsO

Es más que necesario hacer un cambio de color de boli y elegir la seriedad, neutralidad y limpieza clásica que siempre transmitirá uno negro.(Hasta ahora en mi compañera llamada A.genda reinaba el rojo, color que siempre lucen mis uñas y labios preferidos).
Optar por él puede ser el primer paso para conseguir plasmar con letras la escena de cine que involuntariamente protagonizé ayer. O quizás en vez del de Protagonista, mi papel era el de un Fantasma. Y nadie me vió. Salí y entré como una partícula más en el aire.
Todavía el taller de coches estaba cerrado; o a los encargados de éste se les habían pegado las sábanas o bien los coches y los dueños de sus volantes, que ya hacían cola para el punto de la mañana, no tienen otra cosa que hacer.
No me dió tiempo a aburrirme sin música o a sentir frío sin la calefacción, tuve miedo de quedarme sin batería y apagué el motor, cuando... "Empezó la mañana".
Dentro ya conocía el recinto. Seguía fiel al aspecto del día de su inauguración. Quizás 40 años antes y yo tengo 23 primaveras, pero estaba segura.
OFICINA. Era lo único que podía leerse y por eso estaba tan claro dónde ir. 
Inmediatamente después de abrir la puerta ya sonó el clásico cascabeleo antiguo. Y desde ahí hice un viaje que nunca había previsto: 
España en los años 70. La España de Franco. Amar en tiempos revueltos.
Una docena de hombres respondieron a mi saludo de forma ruda, no maleducada, pero automáticamente ruda. En un pueblo la costumbre de saludar a todo Samaritano se aprende pronto y de forma innata. Es algo que me gusta.
Estaban encogidos, agarrotados. El frío pega más fuerte a las canas; será porque comparten el color del hielo.
Me pareció ver una figura femenina. Su presencia me hacía sentir más cómoda, pero enseguida se encerró entre cuatro paredes. La radio sonaba de fondo, como un eco que becerreaba noticias de forma rígida y aburrida. Creía que sintonías a la vieja usanza no se oían más, o ni siquiera existían.
Todo aquello todavía transcurría en blanco y negro. Yo era la única de color: bufanda, falda y bolso rojos destacaban de la escena. Como la única estrella en el cielo, el único limón en el frutero o un único libro en una estantería.
¡Quería pintarlos a todos!
Pero el muchacho que estaba al cargo del ordenador me hizo volver a la realidad paralela, la cual parecía ser la actual (aunque yo no lo tenía tan claro).
Creo que con su talante, gafas de culo de vaso, jersey de lana envejecida anaranjada y pelo lacio con corte llamado "cacerola" él nunca había desaparecido de ahí.
La democracia y el cambio al cuadrado de siglo y milenio no habían existido para él. Se lo habían saltado.

"A."







1 comentario:

  1. Qué gran "empezar"
    me has transportado totalmente a esa sala tildada de "Oficina", a ese almacén de imprenta de los Alcántara.
    Gran descripción, sigo viendo en blanco y negro.
    te sigo te sigo te sigo!!!!!

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