Era verde, como su segundo adjetivo bien lo adjetivaba (valga la redundancia). Pero a mí me intrigaba qué estaba escrito antes. Lo giré... Hasta eso era arte, pensé.
R. me escribió una vez "Hagamos de todo un arte". Es verdad; aquel D di NON Dimenticare, además que di Domenica, demostraba que es una verdad impepinable.
Para qué hablar, para qué perderte en tu propia cabeza buscando y rebuscando en cada rincón más oculto palabras que se acerquen a lo que sientes ser indescriptible. Es meterte en un callejón sin salida. Pero aquella noche soñamos de la mano, sumergidas entre cuadros.
Nos convertimos en
dos amigas cerezas. Cada una con su propia percepción, su propio cuerpo, su submarino novelero... el soñar es algo muy ligado a cada uno. Pero descubrí que dos voladoras pueden fundirse en vuelo, comunicándose en voz alta y a la perfección. Exactamente como se fundían aquellas pequeñas piezas inorgánicas de colores formando figuras con vida e historia, como la del colega
Rombo que viaja y se queda en muchas paredes del mundo.
Su lugar de residencia es el casco viejo de Logroño, y viven privilegiados en un mundo de ensueño y pinceles. Donde todo puede ser; donde todo, si lo sientes dentro, vale; donde somos lo que queremos ser; donde nadie sabía pintar y todos son artistas. Son
Yeamman, y conózcanlos porque a mí me robaron un cacho de no sé qué.
Y así regresé. Con un abrigo prestado del mismo color que el del bote mugriento. Dejando atrás Agoncillo y admirando la fachada reivindicadora de su primera (o última) casa que gritaba "Por medio de un pueblo no." 3º bajo cero en el termómentro del motor que la noche había dejado muerto... tejados y más alla de todo lo visible estaba helado. Aparecieron en mi cabeza las verduras de mi abuelo, estarían pasando unos rocíos tremendamente duros. ¡Qué cosa la vulnerabilidad de las cosas!, me dije.
LLegué al refugio de mis montes preferidos, pero sin sol no relucen color oro. Me preparaba para sacar valor y hacer frente al segundo desayuno de mi día. Como cada lunes, se lo había prometido a la niña de mis ojos. Aquella que ya lleva una buena tirada de su 4º cuarto de siglo; aquella que sigue preciosa y representa la inmortalidad.
Maravillosa Puglia, tacón de Italia.
"A."